martes, 29 de abril de 2014

Secreto


Por: Alejandra Inclán

–¿Qué te impide disfrutar el amor?

–Lo que tengo entre las piernas– le digo.

– No entiendo – dijo Miriam.

–Es mejor así. Ni a ti te he querido contar mi problema. Soy diferente. Es todo lo que te puedo decir.

Miriam me miró inquieta. Interrogativa. Buscando con su mirada penetrar en mí. Descifrar mi secreto.

Bajé la mirada. Intenté decir algo más. No me fue posible. La quería mucho como para perderla a ella también. Ya había perdido suficiente gente.

Dejar todo atrás. Mi casa, mi barrio, mi ciudad, familia, amigos… no, no es sencillo. Así como no me es sencillo el amor. Quisiera decir que encontré la tranquilidad y paz. Pero la verdad pega en mi cara y las mentiras que me hace emitir me esclavizan  y me detienen para seguir existiendo con mi identidad. Mi verdadera identidad. La que fui construyendo mientras mataba la otra. Nadie de mi pasado me entendió. Y los perdí.  Aún lloro por ello en las noches.

Siempre escuché a mi madre decir: no se puede tener todo en la vida. Y es cierto. No es posible. En mi caso menos. Aunque por instantes  quisiera tener el mínimo que muchos tienen.

Se acerca mi cumpleaños. Es la única fecha de diciembre que disfruto con mis amigos actuales. Navidad y año nuevo son fatales para mí. Las mismas preguntas me azotan cada año: ¿Vas a ir con tu familia?  ¿No? ¿Por qué? ¿Ellos no pueden venir a verte entonces?

Las evasivas que tengo que dar me destrozan. Mentira tras mentira. Invención tras invención. Justificación tras justificación.

Luego de ello tengo que huir de las invitaciones: Vente a mi casa, no la pases solita. Mas no quiero estar con nadie. Prefiero estar sola. Lo intenté varias ocasiones, lo hice, fui a casas de amistades… y ello me hizo más daño que bien. Ver familias unidas, compenetradas, que olvidan sus problemas internos, que se perdonan y abrazan; todo ello es algo que me lastima, pues me evoca el recuerdo cuando convivía así con mi familia. Antes de ser expulsada de ese entorno.

Nadie nota mi aflicción. La represión que viví me convirtió en una perfecta actriz. A saber fingir. Sonreír cuando mi corazón quiere llorar. No es justo mentir. No es justo callar… Pero lo seguiré haciendo para no perder el poco sustento emocional que me queda.

Quisiera ya fuera enero y haber pasado este trance. Que Roberto se haya ido lejos a su trabajo y no insista en que volvamos a salir. ¿Por qué me lo tenía que presentar Miriam?

Roberto me gusta. Sin embargo él no entendería mi defecto. Se va en enero. Llegó este mes para perturbar más mi tragedia anual. Aún con ello me atrae. No, no debo pensar en él. Hace mucho que decidí  no tener amores, vivir y estar siempre sola. Debo dejar que Roberto pase como he dejado pasar a otros. Es lo mejor.

Miriam me habla insistente. Me despierta de mi meditación. Me devuelve a la realidad:

–¿Tienes una enfermedad venérea o algo parecido?

Me quedo viéndola y le digo: <<soy diferente>>. Su rostro sigue reflejando duda y confusión. No imagina el mensaje entre líneas. No sé si decirle o no. Mis cambios fueron tan grandes con mi tratamiento hormonal, y mi anatomía fue siempre tan andrógina, que nadie percibe lo que trato de ocultar.

–No Miriam. Yo… yo soy… tran…

La miré directamente a los ojos. Ella entrecerró los suyos como preparándose para mi revelación. No, no le diré. No estoy lista. Y no creo que ella lo esté.

–Olvídalo Miriam. Confía en mí. No es lo que dices. Simplemente no te lo puedo decir. Me voy. Te veo otro día. Déjame ir y perdona si te he dicho alguna mentira. No estamos preparadas para hablar de mi “realidad”. Nunca lo estoy. Tal vez en un futuro cerraremos esta conversación. Por lo pronto adiós…

 Derechos reservados © 2014, Verónika Alejandra Inclán Cazarín