Por:
Alejandra Inclán
Nací
mitad azul en un mundo de dos colores, donde no hay espacio para lo intermedio,
donde con mi nacimiento se me dio una asignación con el azul que sobresalía.
Nací
mitad azul, creciendo con un frío en las venas ante el miedo que me daba
mostrar la otra parte de mi cara.
Nací
mitad azul, con la nostalgia vuelta tristeza por no comprender la complicada condición
que me tocó.
Nací
mitad azul, con esa tonalidad melódica del blues, expresándome en tonos bemoles
y séptimos. Sonando como una pentatónica, cuando siempre quise tener un sonido
atonal.
Nací
mitad azul, con una naturaleza fotográfica en negativo, donde me expongo en
amarillo, cian y verde, con lo que nadie me descifra en positivo.
Nací
mitad azul, habitando en un cubo de rubik donde no existe mi color, soy
rompecabezas sin solución.
Nací
mitad azul, y no puedo matar esa mitad, la he dejado viva, porque aún creo que
con trazos de Van Gogh la noche estrellada me puede un consuelo dar.
Nací
mitad azul, con un alma atormentada, y con partes mías que anhelan ser
coloreadas.
Nací
mitad azul en un mundo azul y rosa, por eso he intentado matizarme. Aunque no
alcance el tono preciso. Aunque parezca un mal Picasso. Aunque rompa la armonía
de fractales naturales.
Nací
mitad azul y mitad rosa. Hoy me veo al espejo y al verme llorar veo la verdad
transparente de mis lágrimas. No importan mis colores, importa mi alma, aunque
los ciegos no puedan admirarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario